Mi reflexión sobre el día de las Letras en Valleseco

Published On: febrero 23, 2009Categories: Mis Reflexiones
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Mi Reflexión sobre el Día de las Letras Canarias

Valleseco, 21 de febrero de 2009

 

Fue una velada extraordinaria. A las que casi ya no estamos acostumbrados a que nos traten como nos trataron, es por lo que lo encontramos tan admirable que, aunque sea normal, no tenemos palabras para agradecerlo. Ojala, no desaparezcan estas buenas costumbres.

 

A “la excursión” me acompañaron, mi mujer, Juani Molina Vega, Pino María Medina Artiles, su compañero Francisco Pérez, y Teri Rodríguez Jorge, (que hizo las funciones de reportera fotográfica).

 

Llegamos a las 17,30 horas al mirador del Balcón de Zamora, allí nos esperaba Olegario, su hijo Dacio y su buen amigo José del Toro Augusto. Curiosamente este último, buen practicante de la cultura popular. Llegamos a la altura de la casa de Olegario, nos daba la sensación de encontrarnos en los altos de Juncalillo en Gáldar.

 

Dejamos el coche en la carretera, bajamos caminando entre una gran arbolada por una preciosa ladera que teníamos que cuidarnos para nos resbalar en el musgo existente. Olegario nos iba informando de los árboles que nos encontrábamos a nuestro paso: Laureles, (no los de India, sino los que utilizamos como condimento para las comidas),  hermosos orobales, naranjeros…

 

En el camino, nos tropezamos con una higuera y, de forma muy natural nos dice que -se la mandaron en un “gajo” desde Orihuela-Alicante, con motivo de su estancia en la Casa Museo de Miguel Hernández en una lectura de poemas-.

 

Durante un buen rato estuvimos disfrutando de un interesante reducto de laurisilva de gran valor botánico. Una vegetación frondosa dominaba todo el paisaje.

Llegamos a su casa, preciosa casa de campo, allí muy cariñosamente nos recibe la mujer de Olegario, Olga Rodríguez Santana (creo que fue o es, la actual presidenta de la Asociación de Vecinos San José en Las Palmas de Gran Canaria) y, la mujer de José del Toro, Felisa Mª Santos Pérez.

Al rato ya estábamos tomando agüita de menta poleo, cortadito y un vinito dulce, todo ello para combatir los 9 grados del ambiente en el que nos encontrábamos. Mientras, nuestra mirada se dirigía a una amplia biblioteca.

Todos, los que sabíamos y los que no, cantábamos o tatareamos acompañando a la guitarra de Olegario y al timple de su hijo.

Allí nos dio las 19,30 horas. Teníamos que acabar, había que salir hacia la casa de la Cultura.

Cuando llegamos, fuimos recibidos por la responsable de la Biblioteca Municipal Irene Sarmiento y el de la Emisora, Oscar Sánchez, que junto a otros colaboradores y colaboradoras ultimaban los detalles para el acto que comenzaba a las 20 horas.

Al poco, comienza a llegar el público, el primero, el sr. Alcalde don Dámaso Alexis Arencibia Lantigua y el Concejal de Cultura y Educación don Hermelindo Suárez Domínguez. Luego me comentaron que también se encontraban varios Concejales más entre los asistentes.

A las 20,15 horas dio comienzo el acto con la apertura musical de Dacio Marrero al timple y Germán Santana a la guitarra. Los dos interpretaron isas y folias con letra original de Olegario Marrero.

El Sr. Alcalde saludó al público asistente y dio comienzo la presentación por Ángel Ruiz Quesada, el cual, a su término le dio paso de nuevo a la parte musical. (El texto de la presentación está al final de esta reflexión).

Posteriormente, Olegario, muy emocionado por estar en su pueblo natal y por ser la primera vez que asistía a un acto invitado por la Corporación Municipal, y que precisamente fuese con motivo de “El Día de las Letras Canarias”, disfrutó enormemente con la lectura de sus poemas y nos hizo disfrutar a todos los que nos encontrábamos allí en una velada inolvidable.

Leyó buena parte de sus poemas no solo de los dos libros ya publicados sino también varios inéditos, que para no equivocarme prefiero remitir al lector a sus dos libros que se encuentran en la mayor parte de las bibliotecas municipales. (Ver en las fotos adjuntas la cubierta de los mismos).

Termina el acto con el agradecimiento del Sr. Alcalde y la entrega de dos hermosos detalles elaborados en piedra de Arucas, (uno para el autor y otro para el presentador) que se pueden apreciar en la galería fotográfica.

Verán que se trata de una reproducción del municipio y una mano que sale del mismo con una manzana en su palma. Recuerdo aquí que la manzana es por excelencia el símbolo de Valleseco.

Todos terminamos en un magnífico agasajo ofrecido por la Corporación   en la propia Casa de la Cultura, que sirvió para conocernos y para compartir nuevos proyectos culturales.

Irene Sarmiento, nos invita y con inusual entusiasmo nos sirvió de guía, mientras  realizamos una visita a la amplia biblioteca de la Casa de La Cultura.

En una palabra, ¡precioso día cultural! Sólo me queda decir, que con corporaciones de esta especie, vale la pena seguir luchando por nuestra cultura canaria.

Quiero terminar como un poeta se merece, y es recogiendo uno de sus poemas inéditos “Oración a la lluvia”,  que de alguna manera, nos demuestran que con certeza, estamos ante el Poeta de la Naturaleza Canaria, Olegario Marrero Tadeo.

Se que estás ahí

en la lluvia generosa de esta mañana

que cae mansamente en la paz de nuestros campos

y en la flor que nos regala su perfume y su presencia.

 

Se que estás ahí

entre las brumas y las piedras

y que derramas tu luz

sobre los mares en calmas.

 

Sin embargo, yo te sueño en mi despertar de hombre

con alma de poeta,

y te he negado mil veces

y mil veces te nombro

 

Con mi pena y tu cruz,

y la de todos los que suben

con la cruz a cuestas.

 

Por eso en esta hora en que la lluvia

cae bendita sobre mi rostro y bautiza mi ser,

me lleno de esperanzas otra primavera,

 

Contemplo el altar de tus montañas,

me remonto en la libertad

de las sales que surcan los cielos;

con ellas quiero elevarte mi canto,

que reivindica justicia para los oprimidos,

 

Y paz y dignidad como una lluvia fraternal y solidaria

que alimenta los frutos hermosos por toda la tierra…

 

Se que estás ahí

en la canción de aquel niño

que juega en los charcos,

 

y en la esperanza del humilde campesino

que prepara los sembrados de la futura cosecha.

 

         Ángel Ruiz Quesada

21 de febrero de 2009