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Zurrón de los Recuerdos «Plaza de Sta. Lucia, Gáldar, Gran anaria

Buenos días a todas y todos los oyentes.

En el día de hoy, he tenido que revolver un rato en el Zurrón, pues no quería dejarlo al azar, es decir como un encuentro casual como he hecho hasta ahora. Quería encontrar algo relacionado con este día, Santa Lucía, Patrona de la Vista. Por ello, a sabiendas de que la directora de este Programa, diariamente dedica unos minutos para glosar la historia del Santo del día, le he rogado que me lo permitiera hacer, pues me servirá como introducción al tema que les quiero tratar: “El Rincón de Santa Lucía”. Espero, al menos lo intentaré, hacerlo a su altura, pues aparte de los textos que se prepara me entusiasma con la fe que lo diserta.

Santa Lucía, sin pretenderlo, la hemos encasillado más como la Patrona de los no videntes que la Patrona de los que disfrutamos de la vista.

Sin embargo, todos, la adoramos y les rezamos las mismas oraciones. Con toda seguridad, los que no cuentan con luz en sus ojos tienen la especial facultad de ver con la pureza del alma. Quiero tener especial recuerdo para todos y todas ellas. Permítanme los oyentes que los representen en una buena amiga personal y de este programa, María Clara Martín León, Un saludo Clarita.

Quiero también tener un buen recuerdo para mi querida suegra Lucía Vega Castillo, Luciita, que está junto a la Santa desde el 22 de febrero del pasado 2005, Otro muy especial para mi mujer, Juani Molina Vega, pues tal día como hoy, abría sus ojos al mundo, con el arrorró de las piedras del Molino de Bartolito.

A la imagen de Santa Lucía, se le representa, llevando en la mano derecha la palma de la victoria, símbolo del martirio, y en la izquierda los ojos que le fueron arrancados.

Es muy antigua la devoción a Santa Lucía, tanto en el oriente como en el occidente. Su nombre figura en el canon de la misa romana, lo que probablemente se debe al Papa Gregorio Magno. 

De acuerdo con «las actas” de Santa Lucía, nuestra santa nació en Siracusa, Sicilia (Italia), de padres nobles y ricos y fue educada en la fe cristiana.  Perdió a su padre durante la infancia y se consagró a Dios siendo muy joven. Sin embargo, mantuvo en secreto su voto de virginidad, de suerte que su madre, que se llamaba Eutiquia, la convenció a contraer matrimonio con un joven pagano.  Lucía obligó a su madre de que fuese a Catania a orar ante la tumba de Santa Ágata para obtener la curación de unas hemorragias que padecía. Ella misma acompañó a su madre, y Dios escuchó sus oraciones.  Entonces, la santa dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres.  Llena de gratitud por el favor del cielo, Eutiquia le dio permiso. El pretendiente de Lucía se indignó profundamente y delató a la joven como cristiana ante el pro-cónsul Pascasio. La persecución de Diocleciano estaba entonces en todo su furor.

El juez la presionó cuanto pudo para convencerla a que apostatara de la fe cristiana.  Ella le respondió: «Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo».  

El juez le preguntó: «Y si la sometemos a torturas, ¿será capaz de resistir?».

La jovencita respondió: «Sí, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor».

El juez entonces la amenazó con llevarla a una casa de prostitución para someterla a la fuerza a una afrenta pública.  Ella le respondió: «El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consciente». Santo Tomás de Aquino, el mayor teólogo de la Iglesia, admiraba esta respuesta de Santa Lucía. Corresponde con un profundo principio de moral: No hay pecado si no se consiente al mal.

No pudieron llevar a cabo la sentencia pues Dios impidió que los guardias pudiesen mover a la joven del sitio en que se hallaba. Entonces, los guardias trataron de quemarla en la hoguera, pero también fracasaron. Finalmente, la decapitaron. Pero aún con la garganta cortada, la joven siguió exhortando a los fieles para que antepusieran los deberes con Dios a los de las criaturas, hasta cuando los compañeros de fe, que estaban a su alrededor, sellaron su conmovedor testimonio con la palabra «amén».

Aunque no se puede verificar la historicidad de las diversas versiones griegas y latinas de las actas de Santa Lucía, está fuera de duda que, desde antiguo, se tributaba culto a la santa de Siracusa. En el siglo VI, se le veneraba ya también en Roma entre las vírgenes y mártires más ilustres. En la Edad Media se invocaba a la santa contra las enfermedades de los ojos, probablemente porque su nombre está relacionado con la luz. Ello dio origen a varias leyendas, como la de que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos y ella recobró la vista.

Sus atributos más frecuentes son dos ojos que se suele presentar sobre una bandeja o en el fondo de una copa. No obstante, a veces lleva sus ojos en la palma de la mano, como flores, en el extremo de un tallo, en la punta de un puñal o clavados en un pincho. En un cuadro del Barroco (Louvre), un ángel es quien sostiene la bandeja con los ojos. Sea cuales fueren estas variantes, todas ellas significan que se le invoca por las enfermedades oculares.

Cuando ya muchos decían que Santa Lucia es pura leyenda, se probó su historicidad con el descubrimiento, en 1894, de la inscripción sepulcral con su nombre en las catacumbas de Siracusa. Su fama puede haber sido motivo para embelesar su historia, pero no cabe duda de que la santa vivió en el siglo IV.  

Desde Siracusa, Sicilia, cuya catedral está puesta bajo su advocación, el culto de la santa se difundió en todo el territorio italiano: Nápoles, Roma, Milán y hasta Venecia.

En Nápoles, donde cuatro iglesias están puestas bajo su advocación, es casi tan popular como San Jenaro. El nombre de Santa Lucía suena constantemente en las barcarolas napolitanas.

En suecia, el día de su fiesta (13 de diciembre), una joven casadera entra en cada casa con una corona de cirios encendidos en la cabeza, símbolo del fin de los días oscuros y del próximo retorno de la claridad.

El nombre de Lucía significa «luz».  Dante Alighieri en la Divina Comedia atribuye a Santa Lucía el papel de gracia iluminadora.

En Gáldar, Gran Canaria, existe una gran devoción por la Santa. La mejor prueba de ello es, la concurrencia de gran número de fieles que le acompañan durante la procesión del 13 de diciembre de cada año.

Cuando en unas de las sesiones del Consejo Parroquial de Patrimonio de la Iglesia de Santiago Apóstol, se propuso públicamente la necesidad de restaurar la imagen, se expuso para que todos pudiéramos apreciar el deterioro de la misma. De los presupuestos presentados para su restauración se escogió el que más seguridad ofrecía, su costo fue de 4.900 €.  Sorprendentemente, cuando se sumaron todas las aportaciones de los feligreses se elevó a unos ocho mil. Por lo tanto, quedó un remanente de 3.100 que se destinaron a la restauración del Nazareno. La imagen de Santa Lucía, debidamente restaurada se presentó un domingo 23 de octubre del año 2005, ¡quedó preciosa!

Ahora ya, quiero hablarles en relación al título del presente trabajo: La Plaza de Santa Lucía.

La Plaza a la que me refiero, se haya situada en Gáldar, Gran Canaria, en el comienzo de la calle Capitán Quesada, junto a la plaza de Santiago, justo, frente al Casino de la Ciudad.

Al tratarse de un precioso rincón que está junto a una vivienda y el edificio de correos, le podríamos denominar bajo el nombre de SITIO, como los reales Sitios, es decir SITIO DE SANTA LUCÍA. De todos es sabido, que en este Sitio fue fundada la Ermita de Santa Lucía por la hija de Fernando Guanarteme, doña Catalina Hernández de Guanarteme en 1502, con su esposo Pedro de Vega Rey de Armas, lo de “Rey de Armas” era por su responsabilidad de guardar en ese Sitio, los 100 mosquetones existentes en el pueblo. Era más conocido por “Pedro el Rey”, padrino de muchas de las Guayarminas.

A partir del año 1837, (año de la desamortización de Mendizábal), permanecía en esta Ermita lo que se cree como “Tríptico de Santa Lucía” aunque lo que se conserva actualmente es sólo Dos Tablas, faltando la parte central, estas tablas que pertenecen al siglo XVI, como también podrían ser las hojas de un altar, pero decimos Tríptico por la existencia en Gran Canaria del Tríptico de La Casa Condal del Castillo en Telde, el desaparecido Tríptico del Mayorazgo de Arucas y el más conocido en esta zona El Tríptico de Las Nieves de Agaete, son las más significativas en Gran Canaria. Estos Trípticos vinieron a Canarias por medio del comercio de la caña de azúcar desde Flandes (Bélgica), de los Países bajos.

Las Tablas de Santa Lucía, Retablo Flamenco con unas medidas interiores de 80×100 Cm. y de 100 x 120 exterior, pasaron a manos privadas, y por último es rescatado por Néstor. Desde entonces permanecen en la Casa de Colón en Las Palmas de Gran Canaria. Nadie hasta hoy, se han preocupado en rescatarlas.

En esta Ermita, que pasó en su momento como propiedad del Ayuntamiento, se reunían las sesiones plenarias. Sirvió de Carnicería Municipal. Posteriormente de Barbería. Y por último como Comisaría Municipal. En noviembre de 1972, con motivo de la edificación del actual edificio de Correos fue cuando la destruyeron y, en 1979, con la primera Corporación democrática al frente se rehabilitó el precioso Rincón que hoy disfrutamos. Corporación de la cual me honro haber pertenecido, fue mi primera experiencia de un cargo público.

Fue inaugurada el domingo día 22 de julio de 1979, ya con la entronización de la Santa Cruz, que se recuperó del Cementerio del mismo nombre. Recuerdo, a Lorenzito el Albiador (padre del conocido Juan Lorenzo) y a Manolito el Guanche, con la Cruz a cuesta desde el cementerio hasta este Rincón.

La inauguración se aprovechó para homenajear al antiguo Grupo de Baile Folclórico “Los Viejos de Gáldar”. La presentación del acto la hizo el desaparecido canariólogo don Vicente Sánchez Araña. Estaba previsto un concierto por la Banda Municipal de Música bajo la dirección del Maestro don Luis Mejías. Concierto que se suspendió debido a la muerte repentina de una de las bailadoras, la señora Juana Suárez, conocida por “Señá Juana”. Todos los presentes comentábamos: -Qué muerte tan bonita, morir haciendo lo que a uno le gusta, a ella le gustaba el baile, murió bailando-

Este, ha sido mi relato, espero haber cumplido con el compromiso que tengo con todos los oyentes del programa “El Zurrón”.

No quisiera acabar, sin aprovechar el día de hoy, que como dije al principio conmemoramos el día de la Santa, para dedicarle una de las preciosas oraciones existentes para nuestra Señora, con el convencimiento de que, deberíamos rezarla con más frecuencia, y no esperar a tener un problema en la vista para acudir a ella. No quiero generalizar sin antes aclarar, que me sucedió personalmente a mí. Cuando, tanto mi hermana Nena como yo, sufrimos dos delicadas operaciones en nuestros ojos, fue cuando más me acordé de Santa Lucía, ¡Ingrato de mí!

La oración dice así:

¡Oh, bienaventurada y amable Virgen Santa Lucía, universalmente reconocida por el pueblo cristiano, como especial y poderosa abogada de la vista, llenos de confianza a ti acudimos; pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana y le demos el uso para la salvación de nuestra alma, ¡sin turbar jamás nuestra mente en espectáculos peligrosos! Y que todo lo que ellos vean se conviertan en saludable y valioso motivo de amar cada día más a Nuestro Creador y Redentor Jesucristo, a quien, por tu intercesión, oh protectora nuestra; esperamos ver y amar eternamente en la patria celestial.

Muchas gracias por escucharme. Ahora, los que podamos, vayamos rápidos y veloces a disfrutar de la Santa Misa y procesión, que en honor a la Santa se celebra en nuestra ciudad de Gáldar.

Hasta un próximo Zurrón.

¡Que tengamos un buen día!

 

                                               Ángel Ruiz Quesada

                                               12 de diciembre de 2008